jueves, 31 de marzo de 2016

Al amor que nunca se olvida

  • Una urgencia incontrolable de estar vivos
  • nos juntó en aquel momento.
  • Con unas ganas ¡tremendas! de quererse y de querernos.
  • Reíamos al besarnos arrullados por los sueños,
  • para matar las angustias, la soledad y el tormento.
  • Porque fuiste en mi mirada el punto astral más complejo,
  • cuando no te conocía y habitabas en espejos.
  •  
  • Al principio de la historia no quise ponerle nombre
  • ni quise ponerle un verbo.
  • ¿Para que poner un nombre a aquello que inesperado
  • fue arraigado en mis adentros?
  • Sentimiento prodigioso que al intelecto confunde
  • porque no halla clase ni precio.
  • ¡Aquello que de tan lindo!... dolía verlo tan bello.
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  • ¡Ay! mariposa encantada, mi sol, mi amor, mi consuelo.
  • ¡Te amé tanto, tanto, tanto!
  • Te amé y me amaste a pleno
  • que la dicha de estar juntos contagiaba a todo el pueblo.
  •  
  • Y en todas las callecitas dejamos surcos de besos.
  • Los frutos de aquellos surcos nacieron después de un tiempo.
  • A una le puse Entrega, a otro le puse Cielo. Y al último en nacer
  • le puse Amor Eterno.
  •  
  • Un día, cuando clareaba el alba entre los abetos,
  • te fuiste dejando una ausencia permanente y desaliento.
  •  
  • ¡Ay! mariposa encantada, mi sol, mi amor, mi consuelo.
  • Ya se que no tienes vida, otra vez te has ido lejos,
  • a un lugar donde habitan solamente seres buenos.
  •  
  • Y es tan bello este amor, tan deseado y verdadero
  • que cuando elevo la vista intentando mirar el Cielo,
  • desde arriba tú me Entregas el sol de tu Amor Eterno.
  •  
  • El tiempo, que es curativo, va deshojando tristezas
  • y deja bellos recuerdos.