lunes, 24 de enero de 2011

Fe

Fe que cree sin ver,
pero sin ver espera,
dúctil como la madera
bajo el arte de un cincel.
Sosteniendo entero y fiel
toda el alma te abraza,
y crece como gigante,
cual semilla de mostaza.

¡Si tú te miraras como yo te miro!

¡Si tú te miraras como yo te miro!
y si te admiraras de mi admiración,
y te emocionaras, cuando en mis sueños
rodeada de estrellas de mi firmamento,
perfumada en flores, que en fino destello
destila en mi boca silentes sonrisas,
que se escapan pronto, y contagia a prisa
todo cuanto observo en quieta visión.
Te darías cuenta, ¡cuánto significas!,
cuánto tu presencia es una caricia
para mis sentidos y mi corazón.
Y cuando conversas, tu voz cristalina
se expande graciosa, muy dulce y anima
a que se diluya cualquier aflicción.
Verte y escucharte es disfrutar a pleno,
es tocar las nubes y subir al cielo,
es rezar un salmo, la composición
de suaves acordes que en sus melodías
trasmiten sus dulces millar de alegrías
y deja en mis labios tu beso de amor.
¡Si tú te miraras como yo te miro!
sabrías que mi alma persigue cautiva
a todo aquello que a mi fuego aviva
y que me exacerba de loca pasión,
y es que no olvides ¡no te olvides nunca!
que nadie te puede amar como yo.

Vienen al galope

Vienen al galope en aluvión de primaveras,
perfumando cuanto tocan y pintando
verde y flores, las vetustas ilusiones
que el invierno ha apagado y que ahora
se renuevan. 

Y se aniñan convencidas
que el verano está a las puertas.
Son los goces de sentir que el amor late
en aquellos que se aman y se juegan
por el todo, por la vida o por la nada,
y a pesar de arriesgar, todo lo apuestan.

Optimismo

Late dentro de mí, y en mi más profundo anhelo,
un ave que alza vuelo y se lanza hacia el abismo,
y siente que no es lo mismo, hacer, que las intenciones,
que han roto mas corazones y han segado la vida,
de muchos que han perdurado en una espera cautiva
de alguna vez vivenciar que todavía están vivas.
Y se alcance a concretar ilusiones postergadas,
aquellas que están truncadas por algún falso motivo,
y se despierten aladas, de entusiasmo contagioso,
mirarse con nuevos ojos, descorrer todo ese velo,
sacarse los trapos viejos, cantar un canto al amor.
Mi ave deja el dolor, y en picada precipita
mi primer día de sol que por la vida palpita.

Declaración

Qué bello es el eco de tu alma
que me atrapa,
me asombra y me embeleza,
en suspiros toda mi boca reza
un deseo que me quema como llama.
No te niegues al calor
de esta flama
que late y vive en el alma mía,
con los ojos te escribo poesías
y por saber mas de ti mi amor reclama.
¡Qué tendrás en tu caja de tesoros!
cuántos sueños acumulas animada
de hacerlos realidad y fantasía…
Busco tu boca con sed escondida
de una vertiente de agua dulce
en mis palabras.
El milagro es tuyo, te pertenece,
soy tu portento, mi querer crece.
Pero, ¿lloras, niña?¿cuánto hace?
¿compartías el sentir que en mi renace,
en cada ocasión que pensarte
es como un bello amanecer?
Yo recojo tus lágrimas saladas,
feliz que no sean de dolor,
¡qué alegría, qué divino sentimiento
me produce el verte llorar de amor!

Eres libre

Eres libre de hacer lo que te plazca,
ese soñado derrotero está a tus puertas,
te ayudo a desplegar, ampliar tus alas
con mis propias manos, que están abiertas
a recibirte, si lo quisieras,
cuando se termine tanta sed
de excitaciones nuevas,
cuando se hagan rutinas tus caminos
y te canses de pisar huellas ajenas.
Nada raro, solo el final anunciado
que precede a la antesala de la espera.
Volver a ver tu rostro tan amado,
destrozar con mi dientes tus cadenas
que te mienten, te esclavizan y te daña,
o tal vez, la que me engaña es mi pena.

Buscar a Dios

Buscar a Dios no es buscar una aventura,
no es el místico trotar del vagabundo,
es sentir gran necesidad de lo profundo,
es ver con nuevos ojos y embelezo a la natura.
Es maravillarse del nacer y de estar vivo,
y reír por todo, y estar agradecido,
es sentirse despojado, pequeño y aún grande,
es caer de rodillas ante el Supremo,
creerse apreciado y también pleno
de que ya nada faltará, como era antes.
Es echar las ansiedades al abismo
sabiendo que si viene un cataclismo
una mano poderosa te sostiene con amor.
Es tomar un compromiso indubitable,
torcer de un giro tu destino impostergable
es buscar sentirse al fin, criatura del Señor.
Buscar al Creador, sobre todas esas cosas,
es rendirse a la evidencia milagrosa
de que el primero que te busca siempre es Dios.

Evocación a Evaristo Carriego

Las figuras llegan, mientras te recuerdo
en la penumbra incierta de éste cuarto gris.
Tantas cosas fueron que no están conmigo,
y un farol derrama su luz como un barniz.
Brillantes adoquines, las noches de garúa,
tus lindos ojos claros que son mi evocación,
la silla en la vereda, las noches de verano,
los tilos en la plaza, perfumes y canción.
Cada cosa que se ha ido, despacio y en silencio,
suburbio y barriletes, potrero y cafetín,
y aquella enredadera trepando pudorosa
el largo paredón que llega a tu jardín.
Asido a este libro que llevo entre mis manos,
los versos de Carriego, tan tristes, tan lejanos,
los leo y me imagino aquella Buenos Aires
de tango y conventillos, compadritos y arrabal,
el último organito, la triste costurera,
y aquella linda novia vestida de percal.
Sumada a estas ausencias me turba la impotencia
de que aquel siglo veinte, con tanto devenir,
hicieron que las cosas cambiaran de tal modo
que el verso de Carriego no pudo subsistir.
Perdón, don Evaristo, aquello que ha plasmado
en rimas tan sentidas ha dejado de existir.
El siglo veintiuno le gana a la esperanza
de ver, de sus lecturas, al menos un matiz.

Un recuerdo al marinero

En la tumba de un marino no hay rosas
ni lirios entre las olas del océano
tal vez rinda homenaje el raudo vuelo
de una tímida y eventual blanca gaviota.

Y lejos de este grande camposanto
que mira hacia el horizonte eterno,
confundiendo con el cielo al averno
y cubriendo a la vida con su manto.

Aflijida con este mar de espanto,
con asias hay alguien que espera
una esposa, una madre, una abuela
que llena con sus rezos a algún santo.

Para ella es demora y es tormento
la distancia y el tiempo que separa,
no saber la providencia que depara
y solo aguardar su pronto adviento.

Quizás de su destino sea devota
la suerte que le toca al marinero
al instante de dejar amarradero
a realizar su misión alta o ignota,

entregar lo que tiene y aún la vida
sin saber que le espera en cada viaje,
en el puerto ha dejado su equipaje
sin voltear mirada atrás arrepentida.

Tu recuerdo

En este mismo café, donde una vez nos miramos,
tus ojos impregnados en mis ojos se quedaron.
Fue el principio de la historia con un triste corolario.
En la plaza algunos tilos presagiaba en su follaje
la fuerza implacable que arremetía el verano,
Y por esa misma plaza caminábamos callados.
No planeamos un futuro, ni de promesas hablamos,
solo acaso una caricia, o el silencio de un abrazo.
Llegó de nuevo febrero y tu tiempo había acabado.
Aún sin poder creerlo llegué a tu tumba, y mis manos,
acariciaron tu nombre en la lápida grabado.
¿Cuántas cosas no te dije, cuántas cosas no has contado?
¿cuántas cosas me callé y ahora ya es en vano?
Unas preguntas inútiles mientras otro café se enfría
y el tiempo que no perdona diluye todo a su paso.
Aún veo tu rostro sorprendido cuando la vida cual río,
de brazos oscuros y largos, de tanto encontrarnos juntos
se convertía en remanso.
Tu recuerdo es todavía un poco mío, y trato de atesorarlo,
pero el tiempo me arrincona, poco a poco, trazo a trazo.