lunes, 24 de enero de 2011

Después

Después.
Que palabra horrible, que palabra fría.
La más indiferente, la que no precisa.
La que no se ata ni se compromete.
La que se desliga...
Después.
Después, puede ser mañana, dentro de un mes,
algún día…
Y sin embargo, así, “después” puede ser…
¿Llegará ese día?

Cuando todo pase

Cuando todo pase, amor de mi vida
volveremos a hablar de nuestras cosas,
cuando no sea esta pasión tan dolorosa,
ni sean tantas las lágrimas vertidas.

El dolor que siento me enloquece,
siento que la piel de mí cae a jirones
se clavan en mi pecho tantas emociones
que el miedo de no verte me estremece.

Tu no tienes culpa, amor, culpa de nada,
y en mi dolor no quiero acongojarte,
si en silencio debiera recordarte
para no alejarte, y mi pena no te invada.

Tu mirada ingobernable

Tu mirada ingobernable que no cede a mis antojos,
infranqueable a mi conquista, ausente, inescrutada.
Aunque te clave agresiva una profunda puñalada,
vaga por otros senderos, cuando te miro a los ojos.

Tonterías

Déjame ser tus sueños, ser el frío de la ausencia,
ser la turba enamorada que no razona ni espera.
Déjame ser la llama que incendie todo allá afuera
y desmayemos en amores sin tiempo y sin conciencia.
Que seamos dos en el mundo como fueron Adán y Eva,
que seas solo para mí, se enferma mi alma de pena….

Tonterías que se dicen cuando la dicha de amor es nueva.

Tribu urbana

Vagan en grupos por las calles asoladas
de incesante agitación de muchedumbre,
advirtiendo en los demás la podredumbre
y pretendiendo con ella no ser mezclada.

Indigentes, faltos de todo y faltos de nada,
sediciosos al oscuro deber del anonimato,
distintos e intoxicados por su maltrato,
se sobrelleva esta juventud desamparada.

Voceros de rebeliones sobre la nada,
urdiendo insurrecciones contra corriente,
amotinados todos en grupo contra la gente,
desfilan sobre las calles la tribu urbana.

Inexpertos de deseo de un buen futuro,
limitados por la urgencia del presente,
sin saber que pasa la vida rápidamente
gastan sus horas sin hacer nada fecundo.

Rebasando las consignas de lo absurdo,
flagelando a discreción sus emociones,
se conoce que están llenos de evasiones,
aflige verlos sumidos en algo tan burdo.

¿Por qué te apuras, amigo?


¿Por qué te apuras, amigo?
Deja que fluya tranquilo
lo que sucederá entre los dos.
No es que lo haga a mi modo
ni al tuyo, después de todo
es algo tácito, pautado,
sin haber nunca escuchado
de nuestra boca los términos
de ningún acuerdo interno
de mi parte y de la tuya.
Porque somos gente adulta,
pensante, agradecida,
y cuando a veces nos toca
un regalo de la vida
de encontrar la compañía
que ese instante precisa,
no la corremos con prisa
a su total devastación.
Y más bien, con precaución
la atendemos, la cuidamos
con alguna expectación
Más nunca nos acongojamos
cuando todo terminó,
y pensamos que algún día,
en alguna otra partida
se nos dará otra ocasión
de intentar, de resarcirnos
con alguna otra persona
pero siempre con respeto
por los momentos compartidos.
Quizás el interés se ha ido
Pero eso no implicaría
que hubo una equivocación.
No se dio, no se ha dado,
y si se da… qué bendición.

Que me vuelvas a enseñar el abecedario

Perdona, se ha hecho mucha la tardanza,
no podía encontrar de regreso el camino,
y de todo el trayecto que he recorrido
me ha quedado la paga de un sentir cetrino.

Se senté a descansar en las quimeras
de aquellas que a mi piel la enardecían,
y me reventaban como elegías lastimeras
y cuanto mas las callaba, más plañían.

Traté de consumar todo deseo
haciéndolo mi señor y soberano,
y no me amilanó ningún desvelo
porque posesivo me llevara de su mano.

Más al fin de esa larga jornada,
y en ningún caso por no ser advertida,
los goces del placer me desangraban
y no hallando como solución otra medida

Que a tus brazos venir a socorrerme,
que me vuelvas a enseñar el abecedario
para que mi insuficiencia pronto merme
a la sombra celestial de tu santuario.

Te confieso que mi mente oscurecida
por todos los ardides del pecado
no razona por estar semidormida
a tu suave consejo inmaculado.

¿Me repites otra vez los mandamientos?
aquellos que una vez he olvidado
cuéntame otra vez, para mi aliento,
que Tú me perdonas de pecado.

Relátame de la gracia inmerecida
que con Tu Vida mi vida has salvado,
dale ímpetu a mi existencia desvalida
para que desde ahora, camine yo a tu lado.

Señor Jesús, me humillo arrepentida
por no haber tus preceptos escuchado.

¿Si se que exagero?



¿Si se que exagero? ¿Y tú qué prefieres,
la oquedad vacía en mis pensamientos?
Si estás bien versado en la vida práctica
presumo te aburren todos mis conceptos.

Pero si este centro de poner la vida
a la luz difusa de los sentimientos
y ver a las cosas con un tinte rojo
no te satisface… y yo lo lamento.

Que te desagrada mi romanticismo,
te ofusca que viva montada a un sueño
y que no comprendes que ande tirando
la fuerza que pongo en todo ese empeño.

Pero cuando vuelves fatigado a casa,
cuando algún negocio no te ha satisfecho
cuando el vivir se transforma en carga,
cuando no sale algo que dabas por hecho

Tomo tus tristezas, ato tus angustias
y  soy tu remanzo, tu paz, tu consuelo;
y con mi dulzura hago que relegues
por un rato largo todo ese desvelo.

Y, por si te olvidas, quiero recordarte,
que soy aquella quien te quiere y ama...
y ahora eres tú quien tomas al mundo
y lo arrojas lejos… lejos de la cama.

La luna en estío

La luna se encuentra ardiendo en el calor del estío.
Se sofoca con los vahos que escalan desde el río.
Transpira un sudor plateado, y los ojos somnolientos
se cierran, y bebe nubes, hasta quedar sin aliento.

Que cansada está la luna, el verano la ha vencido,
la rindieron sus ardores, ya no soporta el vestido.
¿Qué pasa que ya no alumbra aquel paisaje umbrío?
Se sacó los zapatitos, las medias… y se ha dormido.

Resarcimiento

¿Cuánta agudeza puede tener un manto de espuma
si se disuelve en bruma después que el sol ha salido?
No te fijes en lo que otros están hablando al oído,
ni dejes por ese hecho que tu energía se insuma.

Si tú no has tenido culpa de aquello que se te impone
despide desdenes justos a quien de ti mal hablan.
e ignora con altura por no saber quien lo entabla,
que los suma la habladuría a tener un sueño insomne.

Que no se halle agonía en tu semblante inocente,
que los males que te inventen no te decaigan en nada,
ni toda esa ponzoña a tu vivir no le añada
la aflicción que en este caso, rema contra corriente.

Pero al fin, se mas valiente, dale al oprobio tu pecho,
que reboten cual pertrecho los dardos que te arrojen.
la verdad es una sola y cuando salga a luz acongojen
a aquellos que te hacen mal sin siquiera indagar el hecho.