lunes, 24 de enero de 2011

Un recuerdo al marinero

En la tumba de un marino no hay rosas
ni lirios entre las olas del océano
tal vez rinda homenaje el raudo vuelo
de una tímida y eventual blanca gaviota.

Y lejos de este grande camposanto
que mira hacia el horizonte eterno,
confundiendo con el cielo al averno
y cubriendo a la vida con su manto.

Aflijida con este mar de espanto,
con asias hay alguien que espera
una esposa, una madre, una abuela
que llena con sus rezos a algún santo.

Para ella es demora y es tormento
la distancia y el tiempo que separa,
no saber la providencia que depara
y solo aguardar su pronto adviento.

Quizás de su destino sea devota
la suerte que le toca al marinero
al instante de dejar amarradero
a realizar su misión alta o ignota,

entregar lo que tiene y aún la vida
sin saber que le espera en cada viaje,
en el puerto ha dejado su equipaje
sin voltear mirada atrás arrepentida.

Tu recuerdo

En este mismo café, donde una vez nos miramos,
tus ojos impregnados en mis ojos se quedaron.
Fue el principio de la historia con un triste corolario.
En la plaza algunos tilos presagiaba en su follaje
la fuerza implacable que arremetía el verano,
Y por esa misma plaza caminábamos callados.
No planeamos un futuro, ni de promesas hablamos,
solo acaso una caricia, o el silencio de un abrazo.
Llegó de nuevo febrero y tu tiempo había acabado.
Aún sin poder creerlo llegué a tu tumba, y mis manos,
acariciaron tu nombre en la lápida grabado.
¿Cuántas cosas no te dije, cuántas cosas no has contado?
¿cuántas cosas me callé y ahora ya es en vano?
Unas preguntas inútiles mientras otro café se enfría
y el tiempo que no perdona diluye todo a su paso.
Aún veo tu rostro sorprendido cuando la vida cual río,
de brazos oscuros y largos, de tanto encontrarnos juntos
se convertía en remanso.
Tu recuerdo es todavía un poco mío, y trato de atesorarlo,
pero el tiempo me arrincona, poco a poco, trazo a trazo.
Furtiva, como un ave solitaria,
que baja en picada hacia su presa
y toma de su esencia la belleza
haciendo de su prenda su accionaria.

Y muta para bien de mi existencia
apresurando el ocaso del pasado,
dolor no existe mas, lo has doblegado,
milagro de tu amor es consecuencia.

Arbitrio de saber que hay quien despierta
y obtiene lo mejor de una persona,
afortunado, venturoso quien lo toma,
quien lo saca, quien lo da y quien lo advierta.

Pasión

La cita obligada, que nadie te quita,
con ansias soñadas y sueños ansiosos
de verla desnuda y mirarla a los ojos,
romper de su velo, sacar lo que excita,
mojar en sus labios el mas fino antojo,
bucear en su vientre calientes manojos
de unas sensaciones que ahora palpitas.

No importan tus años, si joven si viejo,
para los amores no existe el espejo.
Si crees que puedes, arremete entero
solo el instante es lo imperecedero
y siente en tu pecho que el sentirte vivo
merece que pagues el dulce castigo
de entregarlo todo, bueno y verdadero.

Al paso dilatado

Al paso dilatado de una espera
que reúne impaciencia y ansiedades,
guardo para tu acento una querencia,
para tu indispensable compañía
una apetencia,
y a la melancolía por tu ausencia
una dolencia
que me sume en congojas y pesares.
Y por no volverte a ver junto locura
y negarte a que te vea duele tanto
que me tiro en el pozo del espanto
al no hallar el remedio de mi cura.
No me niegues el calor de tu mirada,
no te hagas inclemente a mi deseo
dame algo de tu encanto, amado mío,
que por solo una palabra yo me muero.

Mendigo de amor

Que difícil es descubrir tu dulce alma,
hay un velo que la envuelve y aún espero
que en el punto final de este sendero
que me lleva hacia ti, me des la calma.
Porque tanto mi cuerpo necesita
reposarse en los pliegues de tu mano,
embriagarme en tu aroma de Afrodita
y moldearte con mis dedos de artesano.

Cuando creo que al fin podré alcanzarte
y penetrar en tus ojos delicados
como pícara traviesa me evitas
pues tus párpados tus cuencos ha cerrado.
Oh doncella misteriosa, me fascinas,
soy mendigo de de tus dones y favores;
dame algo de tu amor, que en danza esquiva
mutilando vas mi vida sin honores.

El mostálgico

Remontado por las horas de el día
aterriza en la noche que despierta,
la ventana de su sueño está abierta
y se dispersa en soflamas de afonía

Diligente en estrechar melancolía
se dispone a recoger toda esa nota
que en su piel ociosa se alborota
y solo sabe expresarlo en agonía.

En sus sueños es andante caballero
que persigue aquello que aglomera
una pena, una tristeza, una quimera

y no puede suspender su derrotero.
Pero ya quizás mañana se disponga
a no extraer limón de un naranjero.

El proscrito

Vive el tiempo que le ha dado la estocada
más artera que su sangre ha sentido,
escuchándola agitarse en sus entrañas
traspasado en dolor y en estoicismo.

Su rostro que de hachazos se ha forjado
se esconde con verguenza de sus hijos;
no puede explicar porqué su estirpe
se pierde en la indigencia y el olvido.

Se presencia es oprobio a los grandes,
poderosos, miserables, mal nacidos;
aquellos que se creen con derecho
a negar y a sepultar a otros destinos.



Mientras mas avanza el siglo veintiuno
el aborigen es un proscrito en purgatorio...
para el gobierno, un proyecto intermitente,
para los hombres, un clamor acusatorio.



La tragedia del amor no correspondido

Si supiese reducirme hasta una brasa
que se fuera apagando y se extinguiera,
si pudiese convertirme yo en agua
y que el sol con su calor me consumiera.

Si pudiera dar mi vida por tu causa
aunque no sea apreciada ni lo quieras:
sería lo mejor que me pasara
porque al menos yo por ti la vida diera.

Pero errante va mi alma en el camino
que no sabe si transita o si flaquea,
ni que rumbos le depara el destino
porque se ha dado asi, de tal manera,

que me siento un mendigo suplicante,
un doliente, un bufón muerto de pena;
porque tanto te he rogado, tanto, tanto,
que no seas ni castigo ni condena.

Tantas veces te pedí que me amaras
que no juegues con mi amor que desespera,
pero tanto me has dañado y ofendido
que hasta esa vil herida me consuela.

Voy a buscarte

Voy a buscarte por la vía en que transitan tus latidos
y me lleven directo a tu corazón.
Voy a buscarte, y yo presiento que
en esa búsqueda constante hacia tus sueños,
se harán realidades mis empeños
de ganarte y perdurar en ti.
Y cuando nuestras existencias se eclipsen,
y nuestra miradas se abracen,
estallará el volcán en erupción
que llevamos dormidos en el pecho.
Y se harán realidades nuestros anhelos,
y el ciclo de la vida habrá cambiado.
Abriremos los ojos al asombro de tenernos
y de disfrutar de la companía justa que necesitamos.
Porque amarnos no es ardores ni tormentos,
amarnos será contar conmigo y que sepas
que contigo estoy completo.