lunes, 24 de enero de 2011

La luna en estío

La luna se encuentra ardiendo en el calor del estío.
Se sofoca con los vahos que escalan desde el río.
Transpira un sudor plateado, y los ojos somnolientos
se cierran, y bebe nubes, hasta quedar sin aliento.

Que cansada está la luna, el verano la ha vencido,
la rindieron sus ardores, ya no soporta el vestido.
¿Qué pasa que ya no alumbra aquel paisaje umbrío?
Se sacó los zapatitos, las medias… y se ha dormido.

Resarcimiento

¿Cuánta agudeza puede tener un manto de espuma
si se disuelve en bruma después que el sol ha salido?
No te fijes en lo que otros están hablando al oído,
ni dejes por ese hecho que tu energía se insuma.

Si tú no has tenido culpa de aquello que se te impone
despide desdenes justos a quien de ti mal hablan.
e ignora con altura por no saber quien lo entabla,
que los suma la habladuría a tener un sueño insomne.

Que no se halle agonía en tu semblante inocente,
que los males que te inventen no te decaigan en nada,
ni toda esa ponzoña a tu vivir no le añada
la aflicción que en este caso, rema contra corriente.

Pero al fin, se mas valiente, dale al oprobio tu pecho,
que reboten cual pertrecho los dardos que te arrojen.
la verdad es una sola y cuando salga a luz acongojen
a aquellos que te hacen mal sin siquiera indagar el hecho.

Que nada se sabe

Que nada se sabe, me doy por vencida,
mi canto se apaga, mi llanto se asoma,
mis ojos que miran tu mirada esquiva,
y por agraciada tengo mas corona,
que aquella tejida con flores de espinas.


Tu vuelo no es mío, tu andar es errante,
y como estandarte persigo el olvido,
de este amor herido, llaga exuberante.

Que nada se sabe, tengo por precepto.
y como única verdad tengo de innegable,
la seguridad de la muerte de los muertos.

Pero van en cuotas goces amigables,
que suaviza a veces todo este tormento.
No es que no agradezca, soy agradecida,
de que tu ternura regaló a mi vida,
un destello de alegrías por momentos.

Es tarde para los dos.

Es tarde, lo se, pero te amo.
Es tarde para recrear la suerte
de tenerte entre mis brazos dulcemente.
Ya es muy tarde, yo lo se,
pero bendita la ocasión
en que mis ojos te han mirado
y de ti mi corazón quedó prendado
de ansiedades y alegrías infinitas.
No hay olvidos ni rencores que me quitan
de mi vida la esperanza del consuelo
de amarte con igual pasión y anhelo
hasta el último día de mi vida.
Es tarde, amor, lo se, muy tarde,
no habrá para ti ruegos ni reproches,
eso lo haré en silencio noche a noche
y esa será mi penitencia…
adorarte sin aliento ni coherencia,
que no me mires, será castigo
porque a mirarme no te obligo,
solo me basta saber de tu existencia.

Pese a todo por la nada

Horadamos las arenas del olvido con sigilo,
las dunas que se interponían se apartaron,
las voces del recato colectivo se acallaron,
y la insensatez prendió la llama del pabilo

Poco a poco se hizo grande llamarada.
retomamos lo que antes interrumpimos,
la cautela y la censura devastamos,
y el amor nos dio su última estocada.

Nos jugamos
pese a todo por la nada,
no pudimos detener el tren en marcha,
removimos de la piel nuestras escarchas
al ardor de esta fogata postergada.

Pero al fin, esa deuda contraída,
aquella que nos enlaza al destino,
interrumpe este amado desatino
e impone dictadora a la partida.

¡Que miserable es la vida algunas veces!
que nos niega una segunda esperanza.
La alegría se parte en dos como una lanza
y el dolor cobra daños ya con creces.



Tú eres mío

¿Qué ha pasado, amado, que pasó, amor mío?
que dejas de amarme, tu piel me rechaza,
tus ojos esquivos a mi ser no abrazan,
tus deseos vuelan por otros caminos
que no son los míos.

¿Qué ha pasado amante, la ventana rota
dejó que se escape el amor celeste
que un día tuvimos.
Herida me tienes atada a tu imagen
y a aquellos recuerdos
que juntos vivimos.

No digas que entienda, mi amor no razona,
me tienes perpetua esperando tu arribo
de nuevo a mi vida, que vaga inquieta,
no le pidas nunca que muera al olvido.

Si por esas cosas, un día cualquiera
te sientes vacío de amor que te venza,
de amor que te ame, de amor que te sueña
recuerda mis voces, recuerda mi cara,
recuerda que humilde mi amor te reclama
y vuelve tus pasos, mi amor, te suplico,
cesa el derrotero, ¡ven! Que soy tu abrigo
a las noches frías, a las noches largas
ven, que yo soy tuya, y tú eres mío.

Celos, desgastantes celos...

No quiero melancolía, ni quiero notas gastadas,
por la eterna letanía de frases huecas y ajadas.
No quiero malos tratos, ni quiero crueles desvelos,
que se suben por la enramada de tus ardientes celos.

Ya me has marchito el alma con todo tu amor dañino,
por lo tanto desestimo que otro amor te componga.
Solitarias sean tus rondas de fundirte en otros afectos.
no hay nadie que se merezca soportar tan ruin defecto.

No me llames, no me nombres, no me busques, no me esperes,
ya no caigo entre tus redes, aunque me lo pidas llorando,
mi estima propia me va guardando, de una relación estéril,
aunque por ser mujer paciente, subestimes al sexo débil.

Y que la vida te pague todo el daño que me has hecho.
Si, lo digo por despecho, pero también por compasión,
para que el dolor y el pavor, en una rara ironía,
te sanen de esa enferma, temible, horrible adicción.

Me apeno de ti

Por solo guardar la sed de apariencia,
ingrata es tu vida, endeble tu esencia.
Por solo obtener, fugaz y ligera,
una hora de gloria, eterna es tu espera.

Si a aquellos valores un día aprendido
podés pisotearlos con saña y con brío,
me apeno en tu vida, triste tu existencia,
nada te conmueve, nada te despierta.

Congelada el alma de aquel que no ama,
al que nada inspira un poco de amor,
se le van los sueños, se le va la vida,
ya no siente gozo ni siente dolor.

Anoche te vi

Anoche te vi…
tú estabas sentado en una mesa
contigua a la mía
con varios amigos y varias amigas.
Estabas feliz, tu voz lo decía,
y mis ojos lloraban mientras tú reías.
Toda la vereda de la confitería
rebozaba de gente, algunas conocidas
todos con motivos para disfrutar
de lo que pasaba en aquel lugar.
Anoche te vi…
tú no me miraste,
de aquellos momentos yo quise arrancarte.
De pronto dentro de mí se hizo un vacío
donde no llegaban ni el tiempo ni el ruido,
te estaba mirando, la luz se apagó,
expectante observaba tu amada visión.
se acercó despacio a ti mi corazón.
Te estaba mirando, mi cuerpo tembló.
en el mundo estábamos solo tú y yo.
Tú te diste vuelta, la luz se prendió.
me miraste un rato, te acercaste a mí,
me sonreíste un poco (te lo agradecí)
y en cámara lenta, tu estática voz
me pidió la hora, ¡y yo te daba amor!.

Hoy te necesito

Ven, mi amor, que hoy te necesito
¿no escuchas mis ruegos silenciosos
cuando ansiosa te miro a los ojos
y te digo exactamente que preciso?
No creo explayar ya mas conciso
el anhelo que sacude mis antojos.
No cubras de engaños mis enojos
que al fondo del abismo me deslizo.
Y si me deslizo yo, vienes conmigo,
aunque ahora te muestres veleidoso;
el agua esta tapando mi paciencia
que conoce tus deseos amorosos.