jueves, 21 de marzo de 2013

La vida me cansa


Mientras siga viva
siempre hay esperanza,
pero muchas veces...
la vida me cansa.
Me mete la idea
que nada me alcanza.
Que ese vacío,
ese, que me duele,
me ha agotado el alma.
Aunque algunas veces,
algunas mañanas,
recuerdo tu risa
tan diáfana y clara.
Y todas las sombras
que se agazapaban
para entristecerme
tiemblan y se escapan.

miércoles, 20 de marzo de 2013

borrador



¡No sueltes al suspiro apretado
que alterado está en el fondo de tu hastío!
¡No lo sueltes, por favor! Y te lo pido
con un grito silencioso enamorado.

Pues mis ojos suplicantes son dos manos
que se juntan en mirar arrodillado.
Expectantes al suspiro encarcelado
que propone un final inmerecido.


Se notaba que su perturbación era leve y pasajera. Por un instante pensé que nada le importaba demasiado, que vivía como vive el que nada tiene y nada espera.
La quise zamarrear con mis palabras cuando le manifesté mis dudas acerca del amor que le tenía, que estaba confundido, y creo que lo único que hice es confundirla a ella también.
Está bien. Pisé en falso y me arrepiento, ahora se va a sujetar a esa idea y la va a tomar como propia.
Miré sus ojos volados y me asusté. La estaba perdiendo, tenía que actuar rápido ¡ya!.
-         Va a ser muy difícil tu vida si no estás conmigo - le susurré como al pasar.
-         ¿Te parece?
-         Si, estoy seguro.
-         Bueno, no te sientas mal, ya me sobrepondré.
“Esto se pone feo” pensé. Le pasé mi mano con mucha dulzura por la cara, para ver si con la convicción de mis ojos podía cambiar lo que dijera mi boca.
Ella lo disfrutó un momento, pero luego su cara se volvió de hielo, y por primera vez me miró.
Como quien está a las puertas de la muerte, mi vida se pasó frente a mis ojos, todo lo que viví con ella, todo el esfuerzo que hice porque me amara, toda mi dedicación, mi esperanza, mi amor…
Me temblaban los huesos, pero me quedé quieto esperando su sentencia. Era la primera vez que me arriesgaba a tanto, tal vez de tanto probar sin resultados pensé que manifestarle mi falta de amor la haría reaccionar, y me querría.
Uno también es humano y se cansa, pero tenerla a mi lado sobrepasaba todo lo hecho y volvía a pensar que el cualquier afán que pusiera era poco en relación con la desazón que me provocaría el que se vaya de mi lado.
- Bueno, decime algo – la apremié.
- No se me ocurre nada, si querés dejarme, está bien.
Aaaaaaaaah ¡que mala mujer! Nada le importo,
-         Rosita ¿realmente no te importa que te deje? ¿No me querés ni siquiera un poco?
-         Si, claro que te voy a extrañar.
-         ¿Pero me querés?
-         No.
Listo, ya está, basta. Soy un ser sin dignidad. Tengo que irme.

Pasaron los meses. La presencia de Rosita me seguía a todos lados, y un día me corté las venas ¿Y para qué? Si a Rosita no se le cayó ni una lágrima.

domingo, 17 de marzo de 2013

Miedo


En las noches solas siento mucho miedo.
Pues se para el mundo... y empiezo de nuevo.
Voces... ruidos... sombras... 
Buscar... nada veo.

jueves, 6 de diciembre de 2012

El baldío





Entre dos casas modestas del sencillo barrio había un terreno baldío. El dueño había dado permiso a los vecinos para que lo cuidasen, y asi los niños podríamos jugar sin los peligros  propios de la calle.
Con el tiempo creció un limonero que alguien plantó, aparecieron unas hamacas improvisadas con neumáticos viejos y un arco de fútbol.
Mis padres no quisieron colaborar con la construcción de una casita de muñecas, pero con mis vecinitas la fuimos fabricando con lo que encontrábamos a mano y lo que sustraíamos de nuestras casas y nadie extrañaba.
Todos los juegos fueron inventados en ese  baldío (no me gusta llamarlo baldío porque yo nunca lo vi así, para mi era nuestro jardín a la calle).
Nuestras mascotas también eran enterradas en ese lugar, previo responso y algunas  lágrimas sentidas. A veces hacíamos un picnic bajo la rigurosa supervisión de las miradas de las mamás y otras veces solo era nuestro lugar de charlas y encuentros.
Un día salí de casa a la hora acostumbrada para reunirme con mis vecinitos y encontramos que el predio estaba cercado por unas maderas.
Tiempo después vinieron unos obreros y comenzaron a hacer un pozo. El baldío había sido vendido a un ingeniero y estaban levantando una casa.
El desconsuelo fue enorme. Los niños ya no tendríamos nuestro lugar de juegos, tampoco nos devolvieron las hamacas, la casita ni el arco. Y creo que al limonero también lo tiraron cuando vino la máquina excavadora.
En el barrio modesto hubo ahora una casa de diseño moderno con dos ventanales amplios que daban a la calle.
El matrimonio que la habitó tenia dos hijos que jamás hicieron amistad con nosotros, y el ingeniero parecía una persona  muy  ocupada, porque las únicas veces en que se lo veía era cuando entraba o sacaba el auto del garaje.
Fue lo único que pudimos saber de ellos, porque los dos ventanales que daban a la calle, como ojos cerrados por el dolor, siempre estuvieron clausurados.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Estaba pensando... que lindos son los atributos con que revestimos al objeto de nuestros deseos, porque todos ellos se escapan del alma y se posan con expectación al final del arco iris.
Hay un giro intelectual en la palabra que nos  descubre otro significado en las cosas.

miércoles, 6 de junio de 2012

La puerta que abierta nunca ha sido



La puerta que abierta nunca ha sido
es la puerta que jamás abrir yo quiero.
Atrás yacen con clamor de limosnero
los lamentos de una niña que ha partido

con  la cara triste y el corazón herido
y cegada por un viento ventisquero.
Encerrada tras barrotes carceleros
donde el tiempo de su edad se ha detenido.

Esa puerta que  socava el presente
pretendiendo asfixiar a la memoria
abre un tajo entre  seres inocentes

y las angustias que planean aletargadas.
Y una inercia de taparlas tras escombros
van atenuando las heridas mal curadas.

jueves, 31 de mayo de 2012


Hoy me levanté luego de un mal sueño. En el estaba Jorge royéndome las entrañas. Solo tres meses duró nuestra relación, una relación que solo me trajo sufrimientos.
En ese sueño revivía toda la tortura mental a la que me había sometido. Menos mal que duró poco y pude zafar rápido.
Estos últimos años fueron pasando, me volví a enamorar y el curso de los sucesos transcurrió sin sobresaltos.
Solo hubo un paréntesis, un pequeño paréntesis...
Estando yo de noche, paseando por las callecitas del pueblo, Jorge se apareció de pronto desde la oscuridad. Todavía en la memoria de mi piel estaban vivos sus caricias y sus besos. Se acercó con su sonrisa cínica de hiena y un aliento que destilaba la podredumbre de su alma.
Mi orgullo propio me incitó a hablarle como si nada me importara, y él, detrás de cada frase, me tiraba una estocada de afrenta y degradación. Le gustaba herirme.
Me hice la distraída y seguí conversando como si nada.
En algún momento mi  compostura se hizo trizas y empecé a recriminarle su mal proceder.
Se rió bajito. Era evidente que eso le daba placer, un  psicópata divirtiéndose con el sufrimiento ajeno.
Mi cara empezó a mojarse de rabia e impotencia, y cegada por las lágrimas avancé a tientas unos pasos.
Todo sucedió muy rápido, sentí silencio, y al detenerme me di cuenta de que estaba hablando sola.
Al darme vuelta vi como Jorge estaba tirado en el piso, con las manos apretando su pecho y la cara desencajada. Apenas podía escuchar un murmullo apagado que me suplicaba ayuda.
Hice un ademán para agacharme y me quedé por la mitad. Moví de un lado al otro mi cabeza, lentamente, y observé  como la calle estaba desolada y sin testigos a la vista.
No dudé si lo que hacía era o no correcto, pero tuve un repentino brote de satisfacción.Luego me marché dejándolo solo.
Me fui con la seguridad de que moriría como lo que fue, una rata, pero no sin antes regalarle la más malvada de mis sonrisas.

miércoles, 2 de mayo de 2012

El sumiso dependiente




Me aboco a  aceptar tu gélida postura
como quien mira el inicio de un sendero,
anhelando que mi verbo lisonjero
abrevie este sabor a sepultura.

Razono que  vivís sin atadura.
Yo a tu lado he sido un escudero
porque siempre te ayudé y fui sincero
ligando mi vida a tu cintura.

¿Cuál será el final de este camino?
Hasta ahora no lo pienso ni adivino
ni me rindo todavía, ni sentencio.

Vivo el hoy y me interesa un comino
cuando sufro prendo mi copa de vino
y entre vahos… acaricio tu silencio.

lunes, 30 de abril de 2012

Adiós




¿Dónde estás, mi corazón?
¿Dónde tus pasos se han ido?
¿Cuántos sueños has logrado,
cuántas vidas has vivido?

¿Aún se quiebra tu cintura
ante la flor del camino?
¿Y qué manos temblorosas
a esa flor la ha recibido?

Te recuerdo ( solo a veces)
cuando miro un cielo limpio,
cuando hay música en el aire
y perfumes de jacintos.

¿Qué será de ti, mi vida?
¿Por qué hoy no estás conmigo?
Y en el fondo esa nostalgia
no es más que un espejismo.

Que estés bien, dulzura mía,
se feliz, querido amigo,
estos versos acompañen
a tu andar, tu recorrido.