miércoles, 17 de noviembre de 2010

Amor pueril


A orillas del río, una tarde,
prendida a tu figura caminaba...
sin importar hacia donde
ni el tiempo nos apuraba.
Soñando sueños de niños
que juegan despreocupados.
Con timidez e inexperiencia
nuestras manos se buscaron
hasta que al fin, dedo a dedo,
se fueron entrelazando;
y el calor que transmitían
mojó las voces de pájaros,
las mejillas de amapolas,
y los ojos se encendieron
como dos luceros claros.
Y todo eso ocurria
teniendo yo quince años
y nunca volví a sentir
esa sensación dorada
cuando mis vírgenes labios
rozaron tu boca amada.