sábado, 29 de enero de 2011

Hastío

Lo que por ti siento cuantas veces llamo
con mis pensamientos a un cruel tirano
que oprime mi yugo, mi ánimo cansa,
me tira por tierra, me quiebra la lanza,
me pone ataduras, me da bofetadas.
Soy el holocausto que luego descartas.
Lo que por ti siento apenas alcanza
para darme cuenta que la espera es larga,
que mejor sería desatar las cabras,
esas, que en corrales están prisioneras
y dejarlas libres sobre un verde prado
de oloroso verde que bebe el rocío
que humedece al alba.
Para ser directa: tu sola presencia
me asfixia, me espanta.
Sentirme a las puertas de una esperanza,
perfume de pinos, aromas de vainas
que al punto expelen sus semillas mágicas,
la piel de la rosa, el viento en mi cara
anima mi canto, sosiega mis ansias.
¿Tanto hemos cambiado?
No crecimos… ¡nada!

Abuso




Ya libre de ti, y rotas mis cadenas,
pero aún inclinada hacia tu estrado;
es un día de sol, buscaré otras arenas
de unas playas que tus pies no hayan pisado.

Y esperando prescribir la membresía,
que me ha hecho esclava de tu imperio
tal vez pueda ser que expire este día
donde te estoy acompañando al cementerio.

En todo mi cuerpo tengo marcas,
y en el alma las mas hondas heridas,
aquellas que en silencio he soportado,
pero duelen y supuran todavía.

Ya se ha ido despacio el cortejo
sola y de rodillas ante tu tumba he quedado.
¿Aún te ríes de mí? ¡Pérfido viejo!
¡Solo penas y dolores me has dejado
!

¡Qué poemas... !


¿Qué poemas podría yo escribirte
que permitan adentrarme en tu misterio?
Con cuales palabras expresarte
que por ti moriría en cautiverio
a la sombra de tu amor que me rehúye…
pero tú no avizoras mi tormento.
¡Qué pena que no entiendas de qué hablo!
que todo te lo digo en el intento
de encender tu candor en cada rato
que muerto de amor, busco tu pecho,
procurando inflamar tus emociones,
las que sé que están metidas muy adentro.
Te hago mía cada vez que entre mis brazos
desfalleces de pasión, delirio pleno,
y al saber que retribuyes mis fervores
enardecido sigo, luchando y resistiendo.
¡Serás mía! y en afán desesperado
por tenerte mi esperanza alza el vuelo
hasta el día en que comprendas que te amo
y me ames con igual pasión y anhelo.

Miedo a dejar de sentir


Vuela raudo, corazón, a media tarde,
cuando el sol aún no ha depuesto su tibieza
y coloca humilde a sus pies la fina pieza
del poema del que mas has hecho alarde.

Aunque veas que por desatento no se arde
de las ganas, contagiado por tu entrega,
tú no dejes de insistir, mas llora y ruega
y tu empeño no abandones y se guarde.

Que después ya será noche y nuevo día
y puede que la emoción entre en descuido
condenando a este amor tan apreciado

a incinerarse al calor del medio día
o en la noche se oscurezca lo sentido
y el amor que por él tengo sea olvidado.

Versos prohibidos



¿Qué pasó con ese cielo 
que me daba tu cariño?
¿Se perdió en la rutina, 

o se extravió en el olvido?
¿mis caricias no alcanzan 

para sentirte complacido?
¿O acaso ya olvidaste 

cuanto te inspiraba el vino
que corría por mis venas, 

como un torrente bravío,
y en toda mi piel escribías 

aquellos versos prohibidos? 

La mar en primavera


¡Que linda está la mar en estos días!
se perfuma el aire claro con aromas
de algas, de salobre y caracolas
y da su canto de suaves melodías.

Como invita el sol del mediodía
a echarnos tumbados en la arena,
y la piel que es ahora de azucena
se volverá de colores de amapola.

Que pereza da el calor que nos envuelve,
como entra el aire puro en las entrañas
y la brisa nos refresca suavemente
sacudiendo de la mente telarañas.

Primavera que antecede al estío
esta toda en verde flor y esplendorosa,
esta época es la mas hermosa
y nos aleja del invierno con su hastío.

Primavera en el mar, cosa preciosa,
con sus olas, con su sol y con sus ruidos,
nos recoge en su esplendés todo mullido
de gozar con regocijo cada cosa.

Cobardía

Se que no naciste cuando aquella noche
tu candor me diste como la azucena;
y aún te recuerdo en esa bella escena
que entregaste todo sin ningún reproche.


Eras tierna y pura, modos delicados,
aunque no excluida de  gentil desenfado
que solo lo tienen las pocas mujeres
que pueden sentir el amor sagrado.


Todavía recuerdo cuando me decías
lo feliz que eras, mientras te vestías;
y disimulaste todas mis torpezas,
y me hiciste halago de una gran proeza.


Yo se que me diste todo cuanto había
y sufriste mucho cuando yo partía;
por ser un cobarde te he dejado sola,
tengo por castigo el llorarte ahora.
Dime, mi amor, ¿donde he de olvidarte?
¿en que país, en que mar, en que suelo?
¿dime como hacer para añorarte
sin que se quiebre en mi garganta
lastimada el desconsuelo?.

Dime, mi amor, ¿en que reloj de arena
se apresaron las horas de mi vida
para que mi cuerpo no sufra más el daño
que laceró tu triste despedida?.

Dime, mi amor, ¿donde están los cielos
en los que puedo beber tu dulce ausencia
sin que se rompan las nubes del desvelo
y me mojen implorando tu presencia?.

Y a tal punto se agiganta mi agonía
que escucho en los ríos y en las rosas,
en el musgo y en las aves peregrinas,
y en el leve vuelo de la mariposa.

Un clamor que te pide que regreses
con insistente y perenne letanía...
¡Oh, mi amor, no cierres tus oídos
a la naturaleza que ante ti toda se inclina!
Que solitario esta el día cuando tus pasos no siente,
su feliz algarabía en sus horas languidece.
El sol que por buscarte con su brío resplandece
ahora se oculta herido por tu figura ausente.
El aire sonoro al vuelo que gusta de besar tu frente
de pronto ha enmudecido en su canto permanente.
Hasta los rayos del sol que en tu pelo han hecho nido
ahora no tienen donde poder descansar al abrigo
de tu sonrisa encantadora, de tu aire de domingo,
que cada aquel que te mira, se convierte un poco en niño.
Por eso lloran las flores que en la campiña han surgido
solo por verte pasar y acariciar tu vestido.
Y el límpido arroyito que cada mañana obtiene
el privilegio de rozar tus suaves manos de nieve
no quiere marchar ya mas las aguas de su corriente
y las torna mas oscuras en aguerrida obsesión
porque él sabe que tu ausencia… desgarra mi corazón.

La magia de tus besos


La magia de tus besos se denota en mi mirada
que se transforma al instante en mirada enamorada.
Tiene tu beso un conjuro que a mi cuerpo lo apasiona
y con tanta pasión besas que a mi alma la devoras.
A veces creo que ruegas en cada beso que pones
sobre mis labios ardientes un vergel de sensaciones,
y con cada una de ellas me pides que no abandone
aquello que te enloquece y te llena de turbaciones.
Son tus besos elixir de todas mis emociones
porque hasta la emoción, la más triste, se dispone,
a ver la vida mas bella, y cuando a besar empiezas
no quiero que acabes nunca. ¡Que lindo, amor, que besas!