sábado, 29 de enero de 2011

Dime, mi amor, ¿donde he de olvidarte?
¿en que país, en que mar, en que suelo?
¿dime como hacer para añorarte
sin que se quiebre en mi garganta
lastimada el desconsuelo?.

Dime, mi amor, ¿en que reloj de arena
se apresaron las horas de mi vida
para que mi cuerpo no sufra más el daño
que laceró tu triste despedida?.

Dime, mi amor, ¿donde están los cielos
en los que puedo beber tu dulce ausencia
sin que se rompan las nubes del desvelo
y me mojen implorando tu presencia?.

Y a tal punto se agiganta mi agonía
que escucho en los ríos y en las rosas,
en el musgo y en las aves peregrinas,
y en el leve vuelo de la mariposa.

Un clamor que te pide que regreses
con insistente y perenne letanía...
¡Oh, mi amor, no cierres tus oídos
a la naturaleza que ante ti toda se inclina!

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