¡Que talento! y que simpleza…
Cuanto aroma a media tarde
sobre el sol de medio día;
cuando eclipsan las agujas
del latiente relojero
que acompasa al mundo entero
con su noble diapasón.
Es el tiempo un corazón
que me marca su llegada
y me deja ilusionada
por solo escuchar su voz
¡Que talento! y que simpleza…
Los acordes ya están hechos;
son perfectos, cotidianos
y se emiten por el aire
sorprendentes, tan humanos,
perceptibles ya por todos
y por todos ponderados.
Late el tiempo en el alma
con recurso soberano:
si está triste, va latiendo,
si está alegre, va pulsando
¡Que talento! ¡Y que simpleza…
el corazón enamorado!
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