miércoles, 26 de enero de 2011

Un amor muy nuestro


Todo ha terminado, y cuando te ausentes
en tu memoria llena de recuerdos,
una partecita, que es muestra, es tuya
te estará cubriendo de colores bellos.
Y si lo vivido no es capaz de irse,
porque lo vivido fue todo muy bueno,
no te sientas triste, tampoco te enojes,
ya que a la distancia sonrío y me acuerdo
desde tu inocencia hasta tus miradas,
y ellas me alegran y cubren mi cielo.
Y porque si fuimos una vez amantes
no podrá dejarnos un amor tan pleno.
Se habrá apagado la de sed de suspiros
pero cuando evoques todos mis recuerdos
yo te seguiré dando toda esa alegría
que por muchos años o por poco tiempo,
fuiste muy dichoso en mi compañía
y yo con la tuya ¿no es eso muy tierno?
Y aunque al amor se le cambie el nombre
continuará siendo un amor muy nuestro.

Hay vida en tu tinta


 ¡Oh! cuánta vida hay en la tinta que derramas
sobre el papel en escritos, itinerante poeta.

¡Oh! cuánta vida hay en la tinta que derramas
sobre el papel en escritos, itinerante poeta.
Vencedor de sueños idos, actor en todos los dramas,
escrutadora mirada, confesiones indiscretas.

Agitando las vivencias que dormitan en la mente
en un arrebato ardiente la inspiración detona,
y vuelca en versos de fuego la palabra potente,
tomando fuerza insolente que urge al pulso y lo apasiona.

Deleite sumo el instante en que plasmas emociones
que en un lugar de tu piel han dejado sus huellas.
Y al lanzarlas fuera como lava de ebulliciones
queda flotando en el aire un leve polvo de estrellas.ando en el aire un leve polvo de estrellas.

Ausencia

Qué grata, que grata es la palabra ausencia
cuando ensimismada me alejo de todo,
y viene el silencio con tal contundencia
porque es mi manera, porque es mi modo

De buscar alivio a las ansias mezquinas
que tiene lo etéreo, lo trivial y humano
de este mundo excéntrico, que no imagina,
que el vivir produce un fatal desgano.

Pero eso se cura con calma y reposo
¡muéstrenme otra forma de sanar la vida!
Pero mientras tanto mi equilibrio nervioso
que es un tanto frágil, busca su guarida.

Ojos de lazo


Tengo el alma de gitana, de cantora y danzarina,
el espíritu trashumante que a mis pies anima
haciendo un ágil sorteo entre la flor y la espina,
indomable en el rodeo, siempre con sueños encima.

No logras vencer mi pasión, nunca seré tu cautiva
ámame como se aman las aves, que mansa puede
comer de tu mano, pero a que la tomes es esquiva
ni con tratos de ternura, a que la invadas accede.

Porque soy hija del aire y mi nido está en los cielos
y hacia él remonto vuelo en cada alegría o tristeza...
Ay! dulce fascinación, que ser libre es mi anhelo
aunque tus ojos de lazos me sujeten con firmeza.

Inspiración

Concluyo que no era tan difícil
realizar lo que creí que no podría
pero una muchedumbre de voces
del fondo de mi ser yo las oía.

Asustada al principio y no menos,
de aquello que me era tan extraño,
no poder contener su agitación
que sacudía todo el suelo
cual tropilla de caballos
a galope sostenido
por un infinito prado.

Las notas de su diana me urgían,
me azuzaba su ardor agazapado,
reían en multitudes las estrellas,
se tornaba en verde azul el cielo claro.

Mis manos sacudidas por la prisa
se tropezaban con los sueños encantados,
músculo y emoción al mismo tiempo
comenzaban a trazar su corolario
de palabras, turbación para mi mente,
de palabras, reposadas en santuario
de papel y de tinta prodigados
a lo largo de una inspiración naciente
que verso a verso, en final correspondiente
a la poesía que nacía a mi lado.

Don Extraordinario

De aquello que es Don Extraordinario
y me toca con el borde de su velo,
y a mi menesterosa retórica levanta,
me rindo extasiada ante Tus plantas,
y mis ojos se elevan hasta el cielo.
Pequeña soy, Señor, soy tu desvelo,
y por mostrar tu amor afable cantas
a través de la natura incomparable
en que inmersa está tu excelsa gloria.
Entenderla es en mi insondable,
y en gozarla se halla mi victoria.

Oda a los versos


Vuelan de un confín a otro confín
de la tierra, llevando los versos alados
la tarea incesante y suprema
de posar sobre oídos profanos
el dulce cantar del poeta.
Y abatir corazones rugosos
para luego echarlos por tierra,
y llenar de luceros los ojos,
y el pecho emociones contenga
hasta no poder mas, y la boca
reproduzca pasiones secretas
que dormitan en lo hondo del alma
pero al verse expresadas despiertan,
porque alguien entiende el lenguaje
que bulle en la sangre.

Y las venas,
caldero de hirviente potaje,
se recarga, estalla y despeña
cataratas de lágrimas rojas...
pues se mezclan la sangre y las penas.
Pero al fin… el alma aliviada,
repleta de miles de estrellas,
le comparte a algún otro los versos
que reinician su bella faena:
desplegar nuevamente sus alas
y esparcirse por todo el planeta.

Mi admiración a tus letras


 Tus palabras al oído embelesa,
cautivando al alma emocionada,
que provocan el ritual de una alborada
que en ensueños inclina la cabeza.

Es que tienen tus palabras tal belleza
que anega de emociones en cascada
y se arriman infinitas sus tonadas
conmoviendo al aliento con presteza.

Y agitado en suspirar naturaleza,
restituyes el don con que has nacido,
y en sensible versar has conseguido,

transportar a un mundo de lindezas,
el disfrute de gozar de lo incorpóreo
y el asombro de aturdir con tu agudeza.

Amor insondable

Perdóname, Señor, ¡Oh, me perdones!
del mal uso que he hecho de tus dones.
Reprende, Señor, la idolatría
en la que anduve infeliz toda mi vida.
Porque sin ser ciego no te he mirado
y sin ser sordo no te he escuchado.
Pero cuando estoy al borde del abismo
me conduelo y te ruego por mi mismo.
No me queda, como Judas, otra cosa
que mi vida se termine presurosa
y recibir el justo y cruel castigo
que por no haberte amado he merecido.
Y cuando a punto de quitar mi vida llego
tu voz escucho suplicante... como un ruego...
que otra vez más me pide encarecido,
(con un amor que nunca he conocido)
que no quieres perderme, que me amas
¡Oh, Señor! ¡y tan doliente llamas!
que no entiendo, me confundo, no comprendo
¿por qué quieres quitar de mi tal sufrimiento?
Si conociéndote no he dejado de ofenderte
y tú me amas hasta el día de mi muerte.
El amor de Dios es insondable
y a nada humano es de comparable.
Y conmovido me humillo y me arrepiento
con el solo toque de tu aliento.
La misericordia de Dios es infinita
y es todo lo que el hombre necesita.

Aunque lo intentemos con toda pujanza
el genio más grande no puede medirse,
ni la voz más diáfana oírse pudiese,
ni elevada hermosura la imaginación alcanza.

Aquello que no ha subido a corazón humano
porque, hasta ahora, nuestra vida es cieno,
se encuentra guardado por Dios en los cielos,
a Él, reverentes, vivamos honrando.