martes, 21 de febrero de 2012

Nostalgias mentirosas

Duermo entre nostalgias mentirosas donde el tiempo las maquilla a su antojo y a mi placer, pues nada  puede ser tan frustrante como aferrarse a un recuerdo inútil que no vale nada. Algo bueno tiene que quedar, algo de valor tiene que haber tenido.
Por ese malestar supuran aguas de mis heridas, aguas dulces de manantial, y mis ojos se tornan soñadores cuando pienso en ella.
Como todas las cosas que aparecen, apareció de repente una noche,  donde las horas vacías exacerbaban mi soledad; y al momento me sentí a merced de su boca fascinadora.
Y pasó lo que tenía que pasar. Mis oídos escucharon lo que querían oír  y mis ojos vieron el futuro que se desea paladear.
Las manos se quedaron quietas, pero expectantes por arrancar con el primer zarpazo poseedor, sintiendo el calor anticipado de su cuerpo leve.
En mi mente puse palabras que nunca hubo pronunciado dando por hecho lo que nunca se sugirió.
Y mientras mi necesidad elevaba mi demanda al infinito, su oferta cotizaba a valores siderales.
Finalmente no pude pagar el precio, y me marché. 
Sin embargo, nada me priva de adorar las sensaciones únicas que sentí a su lado.
No eran compartidas, pero no importa. Mi estupidez se regodea en  recordarla y mi orgullo herido se toma revancha birlando lo que emanaba de ella para que ahora lo disfrute.