martes, 2 de agosto de 2011

El mendigo

Y ya son las cero cero de la noche
ya es la calma…
Y el silencio que la embarga
se condice con la oscura
voluntad que se adormila
en los ojos que maduran
un cansancio que es eterno
en la faz de su amargura.

Otra noche en su figura
desprovista de fortuna
derrapando va buscando
un reposo y pernoctar
al amparo de un alero
que cobije su fatiga
y sin nada que le diga
si mañana hay despertar

Otra vez la tumba oscura
de la noche y su negrura
que el tiempo no ha quitado
ni los sueños volverán…
se desplaza el mendigo
alma en pena, resentido,
ahogándose en el cieno
de adoquines y alquitrán.



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