domingo, 7 de agosto de 2011

A vísperas del 25 de mayo de 2.011

A vísperas de los festejos del 25 de mayo, una fecha tan entrañable para todos los argentinos, en Pinamar nos disponemos a festejarla a full gracias a los oficios de nuestro sr. Intendente, el dr. Blas Altieri, que nos ha convocado para ese día a concurrir al desfile  ya tradicional en la calle principal.
Y teniendo en cuenta el espíritu de tal festejo, deberíamos asistir con  la cabeza bien en alto y con el orgullo de ser argentinos, ya que un día como este, de 1810, el pueblo se autoconvocó a las puertas del cabildo para pedir  cortar con las cadenas que nos unían a nuestra madre patria y ser soberanos al tomar sus propias decisiones.
El deseo de autonomía es intrínseco en el ser humano, nacemos con la avidez de hacer nuestra voluntad, y es la misma sociedad las que nos va formando e instruyendo para que podamos ser capaces de adaptarnos a las normas que rigen en dicha comunidad.
Pero muchas veces, el eje normativo de las mismas se diluyen, ya sea por falta de decisión o incapacidad de sus gobernantes, a los que las circunstancias adversas se los superan, y eso conlleva un caos institucional, o al menos a un desorden según sea el ámbito del que hablamos.
Este hecho se ve reflejado en la escuela, donde uno de los motivos es el decaimiento de la economía de la clase trabajadora, donde ambos padres están obligados a ausentarse por demasiadas horas de sus hogares dejando a sus hijos sin su continua supervisión. Y estos hijos, que tienen necesidad de vigilancia, comienzan a actuar con el libre albedrío que les da la falta de experiencia de sus escasos años.
Cuando trasladamos a estos niños y jóvenes a la escuela, si las normas que en ella se ejerce no son estrictas se comportarán de la misma manera como se manejan en su ámbito cotidiano.
Por otro lado, la presión de las leyes que ejerce el Estado sobre directivos y docentes les impide tomar medidas disciplinarias suficientes para mantener un orden dentro del establecimiento educativo.
Sin embargo, esto tampoco termina aquí, la falta de lineamientos también se ve reflejada en los adultos, donde, descreídos de lo que debería ser la exacta repartición de la justicia, también asumen una especie de comportamiento ambivalente que pone en peligro su propia integridad.
Esto a su vez es observado por nuestros jóvenes, y aunque parezca que esta falta de integridad moral no tuviera consecuencias negativas, el propio  individuo es socavado en su misma persona convirtiéndolo en alguien imposibilitado primero, de tener decisiones propias en cuanto a lo que esta bien y lo que esta mal, y luego someter su voluntad a la personalidad mas prominente del momento.
La gran proliferación de planes sociales que conducen al facilismo y a quebrantar el deseo de prosperidad personal, se convierte en un adormecimiento del deseo de superación . Hoy vemos muchas manifestaciones reclamando mas planes trabajar, o subsidios, o viviendas, pero difícilmente un número igual de personas se congreguen para pedir trabajo, o las herramientas necesarias para emprender un medio que redunde en el sostén propio. Y este modelo desesperado por distribuir la riqueza, no es interpretado por miles de personas que no han tenido la suerte de aprender de la cultura del trabajo porque, finalmente, el rédito del trabajo no los dignifica, no les permite prosperar, acercarse a una vivienda digna, vacaciones, ni a la educación y salud adecuada a la que debería acceder por ser ciudadanos útiles para la comunidad.
Esa permanente frustración eclosiona cuando la necesidad de elección se torna confusa, porque la realidad no es lo suficientemente clara.
Cuando eso ocurre, es esperable que se tome  el atajo más accesible, porque total, el esfuerzo antes hecho no han dado un resultado satisfactorio.
Y esto tampoco termina aquí. De a poco, al dejar nuestro presente en manos de quienes (y nunca mejor bien dicho) dirigen nuestros destinos, acatamos sus demandas sin siquiera tomarnos la molestia de analizar sus consecuencias, y sin cuestionar optamos sumirnos bajo un yugo de gobierno paternalista comprando la consigna de que nadie mas que él, puede sacarnos adelante y cuidar de nuestra existencia.
Por años el modelo a funcionado de maravillas para nuestras clases dirigentes, y seguirá funcionando en tanto y en cuanto, la adormilada conciencia ciudadana no despierte, y, como un 25 de mayo, reclame por sus derechos de independencia y autonomía.